Caricaturas vectoriales: Familia en Fiat 500



Hoy hace 20 años que comencé a trabajar en Fiat de Venezuela y más que una relación laboral fue una familia. 

Pasado mañana se cumplirá año y medio de que ese ciclo terminó y no fue sino hasta hace poco que finalmente encontré la manera de representar con esta ilustración todos los sentimientos que tengo al respecto. 

Porque allí conocí personas extraordinarias, viví grandes experiencias y di lo mejor de mi cada día con sus respectivos aprendizajes y satisfacciones. 

Aunque siempre supe que la relación laboral algún día terminaría -todo llega a su fin en algún momento-, me dediqué en cuerpo y alma porque creía en la gente y en la marca. Y aún creo no solo en ellos, sino en la premisa que me llevó a superarme con cada desafío: movida por la pasión.

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Curiosamente, varios de mis compañeros de trabajo también lo fueron de mi padre años antes. Mi madre y su padre también trabajaron en Fiat (Argentina), y mis padres allí se conocieron. Si algún carro reconoce mi hijo, es el Fiat 500.

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Paradójicamente, entré a Fiat por un mes y me quedé la mitad de mi vida. 

Perdí a mi padre, me mudé muchas veces -incluso de país-, estudié dos carreras, me casé y tuve a mis hijos... mientras estuve con la marca, directa (1997-1999) e indirectamente con Comercializadora Todeschini en Venezuela (1999-2013) y Colitalia en Colombia (2013-2016).

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Estoy muy agradecida por haber podido vivir esa experiencia que de alguna manera me preparó para lo que vivo hoy -un reto muy distinto- y por la gente que me acompañó -y aún lo hace a través de la distancia-. 

El inicio de esta historia es un testimonio de que los sueños más improbables a veces pueden hacerse realidad...



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